Hace unas semanas, Barack Obama afirmó:
“… la negación de la realidad y de la ciencia puede significar el fin de la democracia […] lo vemos en la promoción del anti intelectualismo y el rechazo de la ciencia por parte de líderes que de alguna forma encuentran que el pensamiento crítico y los datos son políticamente inconvenientes«.
Lo que expuso Obama es en extremo alarmante, y sin embargo se quedó corto, pues el rechazo de la ciencia o de una realidad objetiva en favor de casi cualquier cosa es hoy una tendencia mundial, con suficiente potencial para impactar muchísimo más que solo la democracia. Y hay quienes están llamando a este fenómeno global “la era de la post verdad«, una época en que la población ya no es capaz de distinguir entre realidad objetiva y opiniones, creencias, “realidades alternativas” o teorías de conspiración.
En tiempos de sufrimiento e incertidumbre como estos, nuestro entendimiento de lo que es real resulta ser una cuestión de vida o muerte, literalmente. Y la capacidad para distinguir verdad de falsedad resulta también una habilidad crucial.
Estas son algunas frases que se escuchan a menudo:
“La tecnología 5G está causando el covid19”
“Las vacunas serán utilizadas para insertarnos chips y tenernos controlados”
“El dióxido de cloro cura el coronavirus”,
“La OMS está coludida con las farmacéuticas para impedir el uso del dióxido de cloro”
“Todo es parte del plan del Nuevo Orden Mundial (NOM)”…
La facilidad con que aceptamos estas ideas como ciertas, la desproporcionada cantidad de población que las hace suyas, y su carácter transversal a todas las áreas y niveles de educación, sugiere, como no, una clamorosa falla de nuestros sistemas de educación en todos sus niveles: no nos están capacitando para saber distinguir realidad de lo que no lo es. Y las consecuencias pueden ser catastróficas.
¿Cómo discriminamos entre realidad e irrealidad?
Sucede que los humanos somos naturalmente malos para distinguir la realidad; con demasiada facilidad dejamos que los sentimientos, las emociones, las pasiones, las ambiciones, los miedos, la imaginación, la superstición, o las creencias del grupo determinen lo que individualmente creemos. Somos notablemente propensos a creer en la existencia de seres sobrenaturales o en teorías conspirativas. En todas las culturas, en todos los tiempos, la gente ha creído, por ejemplo, que las enfermedades y las calamidades son causadas o aliviadas por una variedad de entidades sobrenaturales como espíritus, demonios, ángeles, o divinidades.
Para poder superar nuestras deficiencias innatas, por miles de años tuvimos que desarrollar una tecnología sumamente avanzada, que por tanto no nos viene naturalmente, que nos cuesta aceptar, y que terminamos por llamar “pensamiento crítico”. Básicamente el pensamiento crítico consiste en preparar al individuo previniéndole sobre las formas en que nuestro cerebro está construido para fallar. Las facultades críticas pueden ser definidas como la capacidad para emitir juicios sobre lo que es bueno o si corresponde la realidad o no.
“Las facultades críticas son un producto de la educación y la formación. Son un hábito mental y a la vez un poder. Son una condición primordial para el bienestar humano para lo que debemos ser entrenados. Son nuestra única garantía contra el engaño, las alucinaciones, la superstición y la falta de comprensión de nosotros mismos y de nuestras circunstancias terrenales” (William G. Sumner, 1906).
La Ilustración y una nueva manera de entender el mundo
Nacemos prácticamente con las mismas falencias cognitivas de nuestros antepasados cavernícolas. Durante casi toda nuestra existencia como especie, de unos cien mil años, nuestro pensamiento ha estado dominado por emociones, miedos, supersticiones, por obediencia a los dictados de los gobernantes, las tradiciones, o las creencias del grupo. Hemos creído que nuestros destinos están en las manos de una infinidad de seres sobrenaturales. Ese es el tipo de pensamiento que nos ha dominado en todo el mundo, por casi toda nuestra existencia como especie.
En los inicios de los 1600s las sociedades europeas estaban dominadas por pensamientos de tipo religioso, particularmente filosofía cristiana. Algunas de las creencias fundamentales eran que“con nuestras mentes terrenales no estamos capacitados para distinguir el bien del mal, ni para entender las verdades del universo”, por lo que “debemos encontrar la verdad y la guía moral en la palabra de Dios transmitida mediante revelaciones plasmados en las santas escrituras”; además,“los gobernantes son designados por Dios; rebelarse contra los gobernantes es rebelarse contra la voluntad de Dios“, y el progreso alcanzado por la humanidad hasta ese entonces fue muy escaso.
De pronto, en la Europa de mediados de los 1600s y 1700s se dieron una serie de eventos poco probables que terminaron por dar lugar a la Edad de la Razón, el Siglo de las Luces, o también conocida como la Ilustración.
La Ilustración fue principalmente una revolución del pensamiento. La población europea tomó parte de un movimiento intelectual y filosófico cuyas ideas socavaron la autoridad de la monarquía y la Iglesia, terminando por allanar el camino para las revoluciones políticas de los siglos XVIII y XIX. Las ideas revolucionarias estaban centradas en la elevación de la razón y la evidencia empírica, especialmente la percepción de nuestros sentidos, como fuentes principales de para adquirir conocimiento, para encontrar la verdad. Desafiando a los poderes eclesiásticos y las monarquías, la Ilustración propuso que, utilizando nuestro razonamiento y nuestros sentidos, los humanos sí somos capacees de distinguir el bien del mal, de mejorar nuestro conocimiento del universo, y de gobernarnos a nosotros mismos.
La doctrina científica europea, con fuerte influencia de la Iglesia católica, sostenía que el firmamento era perfecto, y que sus astros, creados por Dios, eran inalterables. Con ayuda de su telescopio, Galileo contradijo esa visión. Sus observaciones y dibujos mostraron que la Luna en realidad no era una esfera perfecta, que tenía una superficie irregular, que era alterable. Observó que la Tierra giraba alrededor del Sol y no al revés. Al sostener la soberanía de la percepción de nuestros sentidos como medio superior para llegar a la verdad, los trabajos de Galileo marcaron el inicio de la ciencia moderna, y su separación de las doctrinas de la iglesia, por tanto que los dioses, o no existen, o no son perceptibles por nuestros sentidos. El propósito principal de la Ilustración fue lograr que el razonamiento, los datos y la evidencia realmente tuviesen una oportunidad contra los sentimientos, las emociones, las pasiones, las alucinaciones, las revelaciones, las ambiciones, o las supersticiones.
¿Qué hemos logrado con las nuevas ideas de la Ilustración?
El progreso alcanzado desde que empezamos a utilizar las ideas de la Ilustración no tiene precedentes. Fuimos capaces de determinar que estas cosas son inmorales: las monarquías, el racismo, la esclavitud, las persecuciones religiosas, la subyugación de la mujer, los abusos sexuales, la homofobia, el castigo a los descendientes por errores de los padres; fuimos capaces de entender que todos los hombres y mujeres nacen con los mismos derechos, que tenemos derecho a elegir nuestros gobernantes; pudimos entender que la religión tiene que estar separada del Estado, que la principal función del gobierno debe ser proteger a su población, que debemos tener derecho a la libertad de credo, a la libertad de expresión y a la búsqueda de nuestra propia felicidad.
Pudimos inventar y mejorar el método científico, que ha demostrado infinidad de veces ser una poderosa herramienta para derrotar la ignorancia: descubrimos que la tierra gira en órbita alrededor del Sol, que los rayos, los terremotos, los maremotos, y las enfermedades tienen causas naturales; que todos los seres vivos evolucionan; descubrimos que muchas enfermedades son causadas por seres microscópicos; pudimos casi acabar con las hambrunas, potabilizamos el agua, descubrimos los rayos X, las tomografías; desarrollamos las cirugías, los antibióticos, la anestesia, las vacunas; aumentamos la expectativa de vida de 35 a 80 años; inventamos los automóviles, los aviones, los generadores eléctricos, la electricidad a domicilio, las refrigeradoras, la televisión, el teléfono, la Internet … Hicimos todo eso en apenas poco más de tres siglos.
Demasiada gente considera a las conclusiones de la ciencia como “una opinión más”, poniéndola al nivel de opiniones de bloggers, “investigadores” sin ninguna formación científica, clarividentes, etc. Tomamos clases de ciencias, orientadas a conocer los conocimientos acumulados por la ciencia, y sin embargo son muy pocos los egresados que pueden conceptualizar que es ciencia. Conozco ingenieros, enfermeras, profesores, y hasta docentes universitarios que no tienen la más remota idea de qué cosa es la ciencia. Y si no entendemos qué es la ciencia no sabremos sobre de la importancia de su existencia, y por eso no hemos aprendido a valorarla, lo que constituye otra clamorosa falla de nuestros sistemas de educación.
¿Qué es la ciencia?
Existe mucha confusión con respecto al significado de “ciencia”. La palabra “ciencia” viene del latín scientia, que significa “conocimiento”,y en su sentido original era una palabra utilizada para categorizar algún tipo de conocimiento. Desde la Revolución Científica, la ciencia es distinta en su enfoque, y “ciencia” es una palabra especializada para describir la búsqueda del conocimientoutilizando el método científico. Cuando se dice que algo está “científicamente probado” se quiere decir que el método científico ha sido utilizado para arribar a algún conocimiento.
Es común oír decir “de religión no se puede hablar”, pero nunca “de ciencia no se puede hablar”. Ello se debe a que la metodología abierta de la ciencia valora la crítica y la corrección, alienta las discusiones, respeta las evidencias y la lógica. El método científico se considera a sí mismo falibley deliberadamente se pone a prueba utilizando mecanismos de detección y eliminación de errores, lo que a la larga hace que se auto mejore. A los científicos les interesa que otros pongan a prueba sus trabajos y así poder corregirlos, validarlos o invalidarlos, lo que termina por acercarlos más a la verdad. Los métodos y conclusiones científicas requieren ser publicados para que sean rebatidos o validados por otros.
La ciencia no pretende conocer la verdad absoluta en ningún tema, solo dice “este conocimiento es nuestra mejor aproximación, y este nuestro nivel de certeza; continuemos investigando”.
“Mas que una acumulación de conocimientos, la ciencia debería ser enseñada como una forma de pensamiento”, decía Carl Sagan. Quienes utilizan el pensamiento científico saben que pueden estar equivocados, están dispuestos a escuchar y discutir sus ideas porque así otros pueden hacerles ver sus errores, lo que a la larga contribuye a darles más confianza y a mejorar la calidad misma de su pensamiento. Confían en su capacidad de resolver sus problemas sin esperar ayuda de nadie. Son intelectualmente honestos, y no les avergüenza decir “no sé” cuando sea el caso; están dispuestos a cambiar de opinión siempre que se tenga debida verificación; están conscientes de los peligros de “saber poco para creer que estás en lo cierto, pero no lo suficiente para saber que estás equivocado” (Neil DeGrasse Tyson).
La formación religiosa y la interpretación de la realidad
No me compro el pleito con personas creyentes porque me interese ganarme su enemistad. Lo hago en cumplimiento de mi deber ciudadano de buscar mejorar la sociedad, y porque estoy convencido de que la formación religiosa induce comportamientos concretos que perjudican a sociedades enteras, y en particular, nuestra interpretación de lo que es real. Mi pleito no es con los creyentes, mi pleito es con la creencia.
La religión implica la creencia en la existencia de seres sobrenaturales, entes que no pueden ser detectados por nuestros sentidos ni comprendidos por nuestras mentes. Al ser una creencia en algo que no se puede entender ni detectar, no tenemos manera de verificar si es verdadera, y se hace exenta a los cuestionamientos, las críticas, o la corrección de errores. Toda ideología está obligada a probar su validez, pero no la religión; Entonces, si una idea es aceptada sin verificación, cualquier cosa se hace cierta, ¿no?. La religión es una ideología que induce al creyente a ignorar métodos que conduzcan al conocimiento de la realidad objetiva, métodos como el pensamiento crítico, la evidencia o la ciencia. Así, la formación religiosa favorece el establecimiento de todo tipo de creencias sin necesidad de pruebas, o pesar de ellas.
La ciencia exige evidencia para poder creer, mientras la religión exige creer sin evidencia. Pretender que estas dos posiciones pueden ser compatibles es faltar a la razón, o a la honestidad intelectual. La ciencia acumula conocimiento científico verificando la validez de sus teorías, mientras las religiones construyen sus teologías sin siquiera esperar que se verifique nada. Es buena idea mantener al Estado separado de la religión porque los poderes del Estado podrían ser usados para forzar en la población creencias no verificadas.
Las veces en que la ciencia ha desbaratado creencias religiosas son incontables, por lo que la religión ve en la ciencia a un rival exitoso y prepotente.
La historia está llena de casos de culturas avanzadas cuyo conocimiento fue deliberadamente eliminado al ser conquistadas por otras. Se puede pensar que debido a la abundante cantidad de medios de información hoy existentes ya no es posible perder el conocimiento adquirido, pero sucede que justamente por con la cantidad información que se tiene, es posible recibirla solo de una tendencia, aislando todas aquellas con las que no se está de acuerdo. El éxito económico de las instituciones evangélicas ha sido impresionante, y eso les ha permitido que ahora tengan sus propias escuelas, editoriales, universidades, cadenas de radio y televisión; sus propios estudios cinematográficos, museos, parques de atracciones y hasta su propia pseudociencia. Se puede llegar a ser adulto con una visión del mundo enteramente cristiana.
¿Por qué los evangélicos apoyan a Trump?
“Evangélico” no una nominación, es una identidad. Es un término que describe cómo ciertos fieles entienden y practican el cristianismo: enfatizan ser nacidos nuevamente, creen que Jesús se comunica personalmente con ellos, y consideran que la Biblia debe ser parte central para nuestras creencias y vida. Los evangélicos ven en Trump a un salvador enviado por Dios. En una encuesta de marzo de 2020, el 76% de los evangélicos declaró estar de acuerdo con Trump en todos o muchos de los temas, mientras el 81% dijo que Trump luchaba por lo que ellos creen.
Trump supo advertir que los evangélicos se sentían profundamente ofendidos por la presidencia de Obama, y que aceptarían a alguien que les posibilite redimir el terreno perdido. Sin ser cristiano, el mercader les ofreció la Tierra Prometida, pero, a cambio de que le permitiesen hacer cualquier cosa. Y le compraron. Durante todo su gobierno nombró en puestos clave a personas de fuerte devoción cristiana, quienes no defraudaron en la agenda de «avanzar el reino de Dios«.
La ex Secretaria de Educación, ha dedicado toda su vida a utilizar las escuelas de EEUU para “construir el Reino de Dios«. DeVos impulsó una redirección radical de los fondos de las escuelas públicas a las escuelas privadas, que es su gran mayoría son cristianas, de esta manera usando fondos públicos para fortalecer la enseñanza religiosa.
Cuando se descubrió que la administración Trump estaba separando indefinidamente a miles de menores indocumentados de sus padres (hasta hoy no se ha podido ubicar a los padres de 666 menores), el entonces Fiscal General salió en defensa de Trump empleando pasajes de la Biblia:
“Yo le citaría al apóstol Pablo y su mandato claro y sabio en Romanos 13, de obedecer las leyes del gobierno porque es Dios quien lo ha designado con el propósito de poner orden”.
¿Es que Dios designa a los gobernantes?
En 2006 la hoy miembro de la Corte Suprema de Justicia nominada por Trump, Amy Coney Barrett, dijo en un discurso a graduandos en su alma mater “…Tengan en cuenta que su carrera legal no es más que un medio para lograr un fin, […] ese fin es la construcción del reino de Dios”.
Con motivo de la pandemia, organizaciones religiosas recibieron de la administración Trump al menos 7.3 mil millones de dólares en paquetes de rescate.
El Partido Republicano y el exilio del pensamiento crítico, la ciencia y la realidad
Parte del alto porcentaje de aprobación de Trump podría ser explicado por en el hecho que encontró un país en el que el 25.4% son evangélicos y el 70% son cristianos, quienes encontraron en Trump a un aliado en su rechazo por la ciencia, y en su propensión a esperar que otros acepten sus creencias a pesar de no ofrecer evidencia.
Desde su inicio, la administración Trump se declaró en favor de “realidades alternativas»etiquetando como fake news cualquier intento por confrontar sus mas de veinte mil falsedades. Su desprecio por la verdad no debe haber tenido un costo político, dado que prácticamente ha mantenido el mismo nivel de aprobación por parte de miembros de su partido (82%).
La historia anti ciencia del Partido Republicano es de larga data, Trump solo hizo de esas tendencias políticas de gobierno. Hacia fines de su mandato y sobre el coronavirus, se opuso a la práctica del distanciamiento social y el uso de mascarillas; declaró: “es una farsa inventada para desprestigiarme”, “es solo una gripe”, “lo tenemos controlado”, “desaparecerá como por un milagro”, “lo curaremos inyectando desinfectante”.
Cuando se expuso que el ex Vice Presidente de EEUU afirma que cada mañana Jesús le comunica que cosas decir, un programa de TV lo tildó de “loco”. Pence reclamó en otro canal que “ABC no debió transmitir un foro que comparó el cristianismo con una enfermedad mental”. La organización MRC envió una carta abierta acusándolos de “fanatismo anticristiano”. Al día siguiente la cadena se vio obligada a pedir disculpas, dejando así establecido que en los EEUU de hoy “recibir revelaciones” es una creencia que todos deben respetar. Pence es anti ciencia, y no cree en conclusiones científicas como que el calentamiento global es causado por actividades humanas, que fumar es dañino para la salud, o en la Teoría de la Evolución. Trump puso a Pence a cargo del equipo para la respuesta contra el coronavirus.
Los Republicanos han hecho del uso de mascarillas y el distanciamiento social una cuestión política. En noviembre pasado en una opinión divida de 5 a 4 la Corte Suprema de Justicia votó en contra de una ordenanza del gobernador de Nueva York , que por la pandemia había limitado a 25 como el número máximo de asistentes a casas de adoración. Los cinco jueces que votaron en contra de la ordenanza fueron nombrados por presidentes y senados controlados por del Partido Republicano, con tres de ellos nombrados durante la administración Trump. El argumento de la mayoría fue que “las restricciones violan la protección al libre ejercicio de la religión”. Es claro que EEUU está teniendo problemas para contener el coronavirus porque la población está rechazando la ciencia.
El Partido Republicano ha perdido casi 60 denuncias de fraude en las elecciones presidenciales por falta de pruebas en diferentes cortes. La realidad es que Biden ganó las elecciones limpiamente, y es realidad porque nadie ha podido mostrar evidencia que pruebe lo contrario. Pero pruebas y evidencia es algo en lo que Trump y sus seguidores no creen. Trump ha asegurado que nunca va a aceptar haber perdido. Según una encuesta posterior a las elecciones, el 88% de votantes republicanos creía que Biden ganó gracias a fraude en diferentes estados.
Los asaltantes del Capitolio estaban convencidos de estar defendiendo la democracia al impedir que se formalice el triunfo de Biden porque, supuestamente, les habían robado las elecciones. Horas después del asalto al Capitolio, 147 de los 262 congresistas del Partido Republicanovotaron en favor de desconocer los resultados electorales en dos estados donde Biden había ganado. Un reconocido periodista de la cadena Fox se preguntaba «¿por que es tan difícil encontrar evidencia cuando todos sabemos que se ha cometido fraude en muchos estados?” (?).
¿La democracia es frágil? Sí, pero no solo la democracia
Obama también dijo “al igual que con la negación de los derechos, la negación de los hechos va en contra de la democracia. Podría ser su ruina”. La democracia no puede funcionar si la población no puede ponerse de acuerdo en lo que es real, si cada uno obedece a su propia realidad en lugar de a la realidad objetiva.
El hecho del que casi dos semanas después del ataque al Capitolio el 80% de votantes republicanos apruebe el gobierno de Trump, es un indicador de que EE.UU., como país, está logrando tirar por la borda el pensamiento crítico, al valor de la evidencia, la ciencia, y eso es en gran parte la causa de su tragedia pandémica y del tambaleante estado de su democracia.
La influencia cultural que EE.UU. ejerce sobre el mundo no tiene paralelo, por lo que el otrora faro de la democracia puede llegar a convertirse en el faro de la oscuridad. No es casualidad que realidades alternativas como que “el dióxido de cloro cura el coronavirus” y el NOM hayan sido diseminadas globalmente desde EE.UU.: el dióxido de cloro fue originalmente comercializado como “cura milagrosa” para un sinnúmero de enfermedades por la organización mundial Iglesia de Salud y Sanación Génesis II; y la omnipresente teoría de conspiración del NOM fue impulsada por el tele-evangelista Pat Robertson con su libro del mismo nombre, The New World Order, un best-seller.
El conocimiento que tenemos de nuestra especie y lo que está pasando en EE.UU. debe servir para persuadirnos de que las ideas de la Ilustración, incluidas el valor de la evidencia, la democracia, la ciencia, el uso de nuestra razón, y hasta la realidad, serán siempre frágiles, y necesitan ser permanente defendidas de nuestra propia naturaleza.
Toda persona tiene derecho a tener sus propias creencias, pero libertad de credo no debe significar mantener a la población en ignorancia con respecto a por qué el pensamiento crítico, la evidencia y la ciencia son los mejores medios que disponemos para acercarnos a lo que es real. Tampoco se debe ocultar que las creencias religiosas y sus teologías se establecen sin verificación; y la educación debería cumplir con el rol que le compete en ese respecto.
Para terminar, si seguimos aceptando que los “de religión no se puede hablar”, y los “tus opiniones me ofenden” continúen dominando el discurso público y los círculos sociales, estaremos dejando caer no solamente a la democracia, sino también a las otras ideas de la Ilustración; no tendremos manera de ponernos de acuerdo en lo que es real, y con ello se irá esta civilización; habremos arribado entonces a la Era de la Post Verdad, una especie de segunda Edad Media; y tal vez habremos que esperar otros cien mil años para que el pensamiento crítico, el razonamiento, el método científico, u otros mecanismos para acercarnos a la realidad tengan que ser inventados y aceptados por un sector determinante de la población.
Que la ciencia nos acompañe.
Eduardo Abril Lira es Ingeniero Electrónico egresado de la Universidad Nacional de San Agustín, Arequipa, Perú. Tiene una maestría de Ciencias en Telecomunicaciones en la Universidad George Mason University en Virginia, EEUU., país donde reside. Publicado originalmente en Revista PENSAR