“¡No salgas con el cabello mojado! ¡No juegues bajo la lluvia! ¡Ponte el abrigo! ¡Toma vitamina C!”
Todas esas frases, ciertamente, ya fueron dichas u oídas por muchos de los lectores de esta columna. Son parte del sentido común de las personas: para evitar el resfriado, seguir esos consejos es tener medio camino recorrido. Pero ¿será que todos ellos están basados en evidencias científicas? ¿incluso el de la vitamina C?
El C.S. Mott Children's Hospital, un hospital pediátrico vinculado a la Universidad de Michigan, EE.UU., encarga, cada determinado tiempo, una Investigación Nacional sobre Salud Infantil (NPCH en su sigla en inglés). Este tipo de investigación tiene como objetivo evaluar las percepciones y prioridades de la opinión pública estadounidense en relación a cuestiones y tendencias importantes de asistencia médica para niños. En setiembre de 2018, la NPCH recopiló las estrategias que los padres de niños de 5 a 12 años utilizan para que sus hijos no se resfríen.
La investigación recibió respuestas de 1.119 padres, y los resultados fueron los siguientes:
Casi todos (99%) relataron el incentivo a una buena higiene personal, como lavarse las manos o utilizar desinfectantes. Esa actitud es consistente con las evidencias científicas sobre cómo se difunde el virus del resfriado. Otra actitud enseñada por la amplia mayoría de los padres (94%) es la de no colocar las manos cerca de la boca o la nariz, y evitar compartir utensilios o bebidas con otras personas (94%).
También tuvo un alto índice de adeptos, 87%, mantener a los niños alejados de quien ya presenta síntomas de resfrío. Algunos padres (64%) fueron más allá y relataron que pedían a los parientes resfriados que no abrazasen o besasen a sus hijos. Una minoría (31%) evita ir a parques infantiles en la época en que los resfriados son más comunes. Muchos (84%) incorporan la higienización del ambiente de sus hijos como estrategia para evitar resfriados.
Recordemos que el resfriado es causado por un virus, que se transmite con mayor frecuencia de persona a persona. El mecanismo más común es aquel en el que el virus viaja embarcado en pequeñas gotas de moco y saliva que parten de la nariz o de la boca -los populares salivazos- y que pasan de una persona a otra por contacto directo o por el aire, “levantando vuelo” en un estornudo o en una tosida, posándose directamente en la piel de la “víctima”, o en la superficie de picaportes, grifos, mesas, juguetes, etc. Por lo tanto, todas las actitudes mencionadas hasta aquí tienen respaldo científico y son consideradas buenas prácticas para evitar el resfriado, no solo en los niños, sino en general.
Pero ¿y el cabello mojado, la lluvia, la vitamina C y otros suplementos de vitamina o nutritivos?
La mitad de los padres (51%) dijeron que daban a sus hijos productos de salud que se pueden comprar sin receta médica, como vitaminas o suplementos, para evitar resfriados. La evidencia de la eficacia de esos productos respecto de la prevención del resfriado es poca o nula. El producto más utilizado fue la vitamina C (47%); menos frecuentemente, los padres les dieron zinc (15%) o Echinacea (11%), que es una planta, también conocida como flor-de-cono, púrpura o rudbeckia, muy utilizada como remedio casero, y vendida en cápsulas o como té.
Cerca del 25% de los padres dieron a sus hijos productos infantiles que prometían “impulsar” el sistema inmunológico, sea lo que eso signifique.
Por último, el 70% de los padres dijo que intentan evitar que los niños contraigan resfriados siguiendo las llamadas “estrategias del folclore” que están basadas en el sentido común y la sabiduría popular. Por ejemplo, el 52% de los padres relataron que les dicen a los niños que no salgan a la calle con el cabello mojado, en tanto el 48% dijeron que incentivan a sus hijos a pasar más tiempo dentro de casa para evitar contraer un resfriado. Irónicamente, el 23% de los padres aconsejaron a los niños que pasasen más tiempo al aire libre para evitar los resfriados. “Tienen que ensuciarse para lograr la inmunidad”.
Las estrategias del párrafo anterior probablemente se iniciaron antes de que supiéramos que los virus eran la causa real del resfriado. A lo largo de la historia, las familias intentaron muchas cosas para mantener a sus miembros saludables -algunas de esas cosas incluso fueron eficaces- pero, en lo que se refiere a la prevención del resfriado, pasar más tiempo dentro de casa (o al aire libre), o no salir con el cabello mojado no tienen ningún efecto.
En relación a la vitamina C la evidencia positiva más convincente hasta el momento, proviene de una revisión de 29 estudios publicada en 2013. Esos estudios tenían una buena metodología e involucraron a más de 11 mil participantes. Los investigadores descubrieron que, entre las personas que practican ejercicios de alta intensidad -como los corredores de maratones, esquiadores y tropas militares de élite- tomar al menos 200 mg de vitamina C todos los días podría reducir a la mitad el riesgo de contraer un resfriado. Pero, para la población en general, tomar vitamina C diariamente no ayuda en nada a evitar la enfermedad.
En el mejor de los casos, tomar por lo menos 200 mg de vitamina C por día pareció reducir la duración de los síntomas del resfriado en una media del 8% en adultos y 14% en niños, lo cual se traduce en apenas un día menos de malestar. Globalmente, eso hasta podría tener un impacto, pues se estima que el resfriado causa más de 23 millones de días de trabajo perdidos por año.
El problema es ofrecer esos suplementos para toda la población mundial a un costo que sea menor que el de esos 23 millones de días perdidos.
Aparte de eso, la dosis diaria recomendada de vitamina C para hombres es de 90 mg. Para las mujeres, se recomiendan 75 mg, y ello normalmente ya está en la dieta, sin necesidad de suplementos. Algunos suplementos vitamínicos prometen entregar hasta 10 veces más que eso. Vale la pena destacar que un estudio publicado en 2013 en el JAMA Internal Medicine (una importante revista médica) demostró que los hombres que tomaban hasta 2.000 mg de vitamina C por día, tenían el doble de riesgo de desarrollar cálculos en el riñón.
Los responsables de la investigación del hospital sugieren que la mejor estrategia paterna (o materna) para disminuir la propagaciòn del virus del resfriado es no olvidar lavarse las manos, y evitar el contacto directo con personas que estén resfriadas.
Luiz Gustavo de Almeida es PhD, biólogo e investigador del Laboratorio de Genética Bacteriana del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad de San Pablo, Brasil, coordinador de los proyectos Los Científicos Explican y Pint of Science en la ciudad de San Pablo.
Traducción por Alejandro Borgo.