Hombres de Negro, Mujeres de Blanco: el origen de un mito moderno

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5 nov 2020
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FATE

El de los Hombres de negro es uno de los mitos urbanos más populares de la ufología. Un argumento recurrente en muchas historias de ovnis en donde el investigador no puede proporcionar la prueba final e irrefutable de la existencia de las presuntas naves extraterrestres debido a la supuesta censura y amenazas de tres personajes vestidos de negro.

En una versión del mito, los Men in black son agentes secretos del gobierno de los Estados Unidos. Su finalidad es silenciar a los testigos e investigadores que tienen evidencias irrefutables de la existencia de naves extraterrestres. Protegidos por credenciales diplomáticas que les permiten actuar al margen de la ley en cualquier parte del mundo, y con acceso a información privada de las víctimas, censuran y destruyen las evidencias que delatarían la gran conspiración. Pero, más allá del mito ¿de dónde y cómo surge la leyenda de los Hombres de negro? 

Probablemente los lectores más jóvenes pensarán que el origen de la franquicia cinematográfica Hombres de Negro son los cómics norteamericanos The Men in Black de 1990; pero hay que remitirse a casi 40 años atrás, hasta 1953 en Bridgeport, Connecticut, Estados Unidos, para rastrear el origen de esta leyenda urbana.

Todo comenzó cuando un joven aficionado a la ciencia ficción, llamado Albert K. Bender, disolvió su grupo de investigación ovni obligado por una “autoridad superior” que había enviado a tres hombres vestidos con traje oscuro y sombrero humbug (o bombín) para amenazarlo. 

 

Adolescente nerd de la ciencia ficción

Bender nació en Duryea, Pennsylvania. Después del divorcio de sus padres se fue con su madre al poblado de West Pittstown, en donde cursaría la secundaria y sería vicepresidente Jr. de la American Youth League de béisbol. Durante la Segunda Guerra Mundial fue enrolado por el Cuerpo Aéreo del Ejército de los Estados Unidos, donde participó como técnico dental en Langley, Virginia. Ahí editó un periódico para el mismo ejército. En 1943 se mudó a Bridgeport para vivir en casa de su padrastro. Nada más se sabe sobre su madre.

Como todos los jóvenes de aquella época, se sintió atraído por los pasquines y revistas de ciencia ficción pulp. De igual forma, le gustaba coleccionar monedas así como hacer amigos por correspondencia y recolectar la tierra de sus contactos que vivían en el extranjero. 

También era un asiduo lector de revistas de terror y misterio. Apareció varias veces en los periódicos de su localidad por una razón: había convertido el desván de su casa en lo que él mismo llamó “cámara de los horrores”. En ese lugar había diversas pinturas de diablos y calaveras, hombres lobo y fantasmas. Más bien parecía la decoración kitsch de una casa para el día de Halloween.

 

Llegaron los platillos voladores

De forma paralela a la vida de Bender, el 24 de junio de 1947 ocurrió un evento relevante. Un piloto y vendedor de equipos contra incendios, llamado Kenneth Arnold, vio los primeros “platos voladores”. Dicho avistamiento dio origen al interés de los ovnis.

Como respuesta publicitaria al incidente, varias revistas de ciencia ficción se adaptaron a la tendencia y comenzaron a publicar notas sobre estas “naves”, siendo Raymond A. Palmer–editor de la revista estadounidense Amazing Stories– quien más impulsó esta moda.

Palmer había llevado al éxito a Amazing Stories cuando comenzó a publicar los cuentos escritos por un obrero llamado Richard Sharpe Shaver, quien decía escuchar voces en los zumbidos de su máquina de soldar. Las supuestas voces eran de seres extraterrestres –los Deros o “Detrimental Robots”–, entidades malignas que vivían en cavernas subterráneas. Según Shaver –el autor de los cuentos–, todos los males que sufre la humanidad (el cáncer, las guerras, los políticos) se deben a los juegos mentales de los Deros.

Aunque Shaver estuvo hospitalizado por problemas psiquiátricos en 1934, Palmer creyó y publicó sus historias como “verdaderas”. Para el editor de Amazing Stories, la llegada de los platos voladores –reportados por Kenneth Arnold– demostraba que Shaver decía la verdad. Fue entonces que el editor fundó una nueva revista, Fate. Siendo su objetivo publicar casos de platillos voladores, contrató a Arnold para que los investigara, convirtiéndose no sólo en el primero en verlos sino en el primer ufólogo en dedicarse a su investigación.

 

De la ciencia ficción a la Space Review

Como mencionamos al principio del artículo, Albert Bender pertenecía a los interesados de la ciencia ficción. Incluso, se sabe que consideraba como fidedignos los cuentos de Shaver. Pero cuando los platos voladores fueron reportados por Arnold, decidió dedicarse a la investigación ovni.

Con esta iniciativa, colocó anuncios en las revistas de Palmer (Other Worlds y Mystic) para publicitar la creación de su grupo: International Flying Saucer Bureau –conformado el 15 de enero de 1952–. También aprovechó su antigua afición de buscar amigos por correo para establecer contacto con personas afines en Inglaterra, Australia y Nueva Zelanda. El mismo editor de la revista Fate, Palmer (que aparecía con el pseudónimo de Robert N. Webster), se unió al IFSB para brindarle apoyo financiero.

El IFSB se convirtió en uno de los primeros clubes de ovnis. De hecho se convirtió en el más exitoso de su época y llegó a congregar alrededor de 600 miembros. Para mantener la comunicación entre sus integrantes, Bender comenzó a publicar una revista titulada Space Review. Se publicaron sólo 8 números –de octubre de 1952 hasta agosto de 1954– pero los últimos tres no traían información de ovnis.

 

De ufólogos y de contactos

Muchos jóvenes interesados en el tema se acercaron al IFSB. Entre ellos estaban figuras que luego tendrían cierto reconocimiento en el ámbito ovni: Dominic Lucchesi, dibujante que haría varias de las portadas de los fanzines de ovnis de la época, y Augustus C. Roberts, quien tomaría cientos de fotografías de platos voladores. Sin embargo, el más conocido fue el editor de revistas y libros de ovnis, Gray Barker, quien llegaría a ser el Jefe del departamento de Investigación del IFSB. Su indagación sobre el caso del “monstruo de Flatwoods” apareció en la revista Fate.

En diversas partes del mundo aceptaron la invitación de Bender para integrarse a su grupo. En Australia se fundaría el Australian Flying Saucer Bureau, a cargo de Edgard Jarrold; en Nueva Zelanda el Civilian Saucer Investigation, dirigido por Harold H. Fulton; y en Inglaterra Dennis P. Plunket iniciaría el Flying Saucer Club, entre cuyos miembros estaba Harold Colbey, hermano de Betty Rose, quien se convertiría en la esposa de Bender.

Durante los primeros años del IFSB todo iría como “miel sobre hojuelas”, con el apoyo de Palmer y los nuevos suscriptores. Sin embargo, Bender publicó una pequeña nota en el número de abril de 1953 que causo expectación. Decía que, en la que sería su próxima edición de julio, se daría a conocer “una sorprendente revelación de nuestro presidente”. Pero en el número de ese mes no apareció nada y fue hasta octubre que se publicaron dos nuevas notas que traducimos a continuación: 

BOLETIN TARDÍO

Una fuente que el IFSB considera muy confiable nos ha informado que la investigación del misterio y la solución del platillo volador se está acercando a sus etapas finales.

La misma fuente a la que remitimos los datos, que habíamos tenido en nuestra posesión, sugirió que no era el método y el momento adecuados para publicar estos datos en Space Review.

DECLARACIÓN DE IMPORTANCIA

El misterio de los platillos voladores ya no es un misterio. La fuente ya se conoce, pero cualquier información sobre esto está siendo retenida por órdenes de una fuente superior. Nos gustaría imprimir la historia completa en Space Review, pero debido a la naturaleza de la información, lamentamos que nos hayan aconsejado negativamente.

Aconsejamos a los que participan en el trabajo del platillo que sean muy cautelosos.

Tiempo después, Gray Barker publicaría su libro They Knew Too Much about Flying Saucers, donde explicaba que el cierre del IFSB y de su revista se debía a que Bender fue abordado por tres misteriosos hombres de negro que lo habían obligado a callarse.

Bender publicó su versión de la historia en un libro editado por Gray Barker llamado Flying Saucers and the Three Men, en donde explica que, además de sus encuentros con los Hombres de negro, tuvo un encuentro con tres mujeres de blanco –antítesis de los malvados men in black–, que lo llevarían a su planeta a bordo de un plato volador. Las implicaciones de esta historia pueden dar mucho material de estudio a los psicólogos.

 

De amor y dinero

El incidente del cierre del IFSB ocurrió justo cuando Palmer había retirado su apoyo monetario a la organización. Simultáneamente, Bender le proponía matrimonio a Betty Rose.

La ufóloga y directora de la Aerial Phenomena Research Organization (APRO), Coral Lorenzen –quien fuera miembro suscriptor del IFSB–, expresó que el cierre se debió a falta de fondos, razón por la cual Bender diseñó una historia macabra de hombres de negro para dejar de perder dinero. Lo cierto es que Bender ofreció disculpas a sus suscriptores y les propuso regresarles su dinero o continuar con las entregas de su nuevo boletín reformado (con mucho menos páginas) hasta que se completara el monto de su suscripción. 

James Moseley, otro de los principales ufólogos de la época, conoció a Bender unos meses después de su encuentro con los Tres Hombres. Para él, Bender era “un trabajador de fábrica excéntrico”, “obviamente neurótico”, “un pequeño hombre nervioso y búho con cabello y lentes negros con montura de cuerno”. Para Moseley el tema de los Men in Black nunca sucedió:

Insistí en que era mucho más probable que Bender inventara todo el asunto como una excusa dramática para retirarse del juego del platillo, por cualquier razón personal que pudiera haberlo estado conduciendo”.

Finalmente Jerome Clark decía que, muchos años después Bender se sorprendió de que la gente todavía estuviera interesada en el tema de los Men in Black. Lo que, por supuesto, no se ajusta mucho a la idea de que Bender “realmente había adquirido lo que pretendía ser: secretos que rompen el mundo”.

Podríamos decir que Albert K. Bender fue un joven aficionado a las revistas de ciencia ficción y terror que quería asustarse y finalmente lo consiguió. Creó un mundo de espanto con agentes misteriosos que persiguen a los testigos e investigadores de ovnis. Fue un joven que finalmente dejó todo ese mundo para dedicarse a ser un esposo responsable y dirigir un motel en Carolina del Norte y la Max Steiner Music Society. Un final muy alejado del fascinante mundo de los ovnis.

 

Luis Ruiz Noguez es miembro fundador de la Sociedad Mexicana para la Investigación Escéptica, co-editor de la revista Perspectivas Ufológicas y colaborador de varias revistas de ovnis. Publica el blog Marcianitos Verdes y ha publicado varios libros sobre ovnis y extraterrestres. Publicado originalmente en PENSAR.

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